Quetzulkan y Zoe se encontraban descansando en una de las cuevas de las montañas de Ixtal. El dragón, aún asombrado por la presencia de la joven Aspecto del Crepúsculo, decidió plantear una pregunta que había estado rondando en su mente. "Zoe, ¿qué te parece si pasamos por Aguas Estancadas en nuestro camino a Ionia?"
Zoe hizo una mueca de asco pero, aún con vivacidad, respondió: "Bueno, las Aguas Estancadas... no son exactamente mi lugar favorito para pasar el rato. Es un poco... ¿cómo decirlo? Aburrido y, eh, no huele muy bien. Prefiero lugares más emocionantes y coloridos, ¿sabes? Pero, ¡hey!, ¡si tú disfrutas de ellas, entonces genial! Todos tenemos nuestros gustos, ¿verdad?"
Quetzulkan respondió con escepticismo: "No es que me guste, pero si vamos a ser compañeros de viaje, al menos deberíamos tomar una decisión sobre un lugar que sea agradable para ambos."
Zoe comenzó a pensar y luego, con una mirada más alegre y vivaz, dijo: "¡Oh, Piltover y Zaun! Me encanta explorar sus calles llenas de vida y sus tecnologías asombrosas. En Piltover, puedes ver los rascacielos brillando bajo el sol y sentir la energía de una ciudad llena de innovación. Y luego, en Zaun, hay una energía distinta, ¿sabes? Es un lugar donde la creatividad y la ingeniería se mezclan en formas realmente únicas. ¡Es emocionante! Pero, también hay un montón de lugares misteriosos y oscuros donde puedes encontrar cosas... ¡interesantes! ¡Quizás deberíamos ir juntos y explorar un poco más! ¿Qué te parece?"
Quetzulkan reflexionó sobre la propuesta de Zoe antes de responder: "Me parece bien, pero hay un pequeño problema y ese es mi tamaño. No creo que se me permita entrar y menos hacer turismo..."
Zoe, con una sonrisa traviesa, sonrió y dijo: "Tengo una solución para eso. Esto puede cosquillear un poco. ¡Pero no te preocupes, solo es magia!"
Una luz dorada se intensificó alrededor de Zoe, creando un vórtice de energía que envolvió a Quetzulkan. Zoe cerró los ojos y concentró todo su poder en deshacer la maldición que había transformado a Quetzulkan en una bestia gigantesca. Susurró palabras antiguas en un idioma olvidado, canalizando la magia del crepúsculo.
La apariencia de Quetzulkan comenzó a cambiar. Su tamaño se encogió, volviendo lentamente a sus rasgos originales de vastaya. Su imponente altura de más de 50 metros decayó hasta sus anteriores 7 pies y 6.5 pulgadas. Sentía como su cuerpo volvía a su forma más familiar y manejable, una sensación agridulce que le recordaba tanto su pasado como las dificultades que había enfrentado.
Cuando la transformación se completó, Quetzulkan se encontró de pie, nuevamente en su forma original. Se miró a sí mismo, levantando las manos para inspeccionar sus garras ahora más pequeñas y su piel escamada que había vuelto a su estado más manejable. Sus ojos se encontraron con los de Zoe, quien flotaba cerca, sonriendo con satisfacción por su trabajo bien hecho.
"¿Qué te parece?" preguntó Zoe con entusiasmo, dando vueltas en el aire con su habitual energía contagiosa.
Quetzulkan respiró profundamente, sintiendo la diferencia en su cuerpo. "Es... es increíble. Gracias, Zoe. Esto facilitará mucho nuestro viaje."
Zoe asintió con alegría. "¡Genial! Entonces, Piltover y Zaun nos esperan. ¡Va a ser una aventura increíble!"
Con renovada energía y un nuevo sentido de esperanza, Quetzulkan y Zoe se prepararon para partir. La cueva de Ixtal, que había sido su refugio temporal, pronto se convirtió en un recuerdo mientras se aventuraban hacia nuevas tierras. Zoe, siempre flotando a su alrededor, continuaba hablando de los maravillosos lugares que explorarían y las emocionantes cosas que descubrirían en Piltover y Zaun.
Mientras caminaban, Quetzulkan no pudo evitar sentirse agradecido por la presencia de Zoe. A pesar de su apariencia infantil y su comportamiento juguetón, sabía que estaba en compañía de una entidad antigua y poderosa. Esta combinación de sabiduría y alegría le daba un extraño consuelo, una sensación de que, sin importar lo que enfrentaran, juntos podrían superarlo.
Zoe, por su parte, estaba encantada de tener un nuevo amigo y compañero de aventuras. Su naturaleza curiosa y su deseo de explorar el mundo la hacían perfecta para el viaje que tenían por delante. Con cada paso que daban, su vínculo se fortalecía, y la promesa de nuevas y emocionantes experiencias les mantenía avanzando.
La transición de las montañas de Ixtal a las bulliciosas calles de Piltover sería un cambio drástico, pero ambos estaban preparados para ello. Zoe, con su naturaleza mágica y su espíritu indomable, y Quetzulkan, con su renovada forma y determinación, formaban un equipo formidable. Juntos, estaban listos para enfrentar cualquier desafío que el destino les pusiera en su camino, explorando las maravillas tecnológicas de Piltover y los oscuros secretos de Zaun.
El sol comenzaba a ponerse en el horizonte, y la primera estrella del crepúsculo brillaba en el cielo, marcando el inicio de una nueva fase en su viaje. Con una última mirada hacia las montañas de Ixtal, los dos amigos se encaminaron hacia su próxima aventura, sabiendo que, aunque el camino pudiera ser incierto, tenían la fuerza y la camaradería para enfrentarlo juntos.
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Después de una larga travesía para salir de las montañas de Ixtal, finalmente Quetzulkan, junto con una muy animada Zoe, llegaron a las afueras de Piltover, la Ciudad del Progreso. Desde el lugar en el que se encontraba, Quetzulkan pudo ver que Piltover se extendía como una joya reluciente bajo el sol. Torres de acero y cristal se alzaban hacia el cielo, brillando con una mezcla de luces naturales y artificiales. Las calles, llenas de energía, estaban salpicadas de transeúntes que se movían apresuradamente, acompañados por el incesante zumbido de los engranajes.
Los ojos de Quetzulkan se abrieron de par en par al observar el Puente de Piltover, una maravilla arquitectónica que conectaba la próspera ciudad con las sombrías profundidades de Zaun. Quetzulkan nunca había visto una estructura tan colosal y detallada, donde cada engranaje y cada remache parecían estar colocados con una precisión asombrosa. Continuó su avance, sus sentidos sobrecargados por el espectáculo. A medida que descendía hacia la ciudad, podía oler el metal y el aceite mezclados con la brisa salada del mar cercano. Escuchaba el murmullo constante de la actividad humana, un murmullo que contrastaba con los tranquilos susurros del bosque del que había venido.
Quetzulkan y Zoe avanzaban juntos por el camino principal hacia Piltover. La joven Aspecto del Crepúsculo saltaba y danzaba a su alrededor, sus cabellos ondeando como un cometa de colores brillantes. Zoe, con su naturaleza juguetona y su energía desbordante, estaba visiblemente emocionada por la perspectiva de explorar una nueva ciudad llena de tecnología y maravillas.
Al acercarse a las imponentes puertas de Piltover, notaron que la entrada estaba custodiada por un contingente de guardias uniformados, todos equipados con algún tipo de arma similar a un rifle. A diferencia de su hogar en la naturaleza, donde las fronteras eran más fluidas, aquí había un claro control de acceso. Los guardias realizaban revisiones meticulosas a todos los que ingresaban, asegurándose de que nadie trajera amenazas o contrabando a la ciudad.
Zoe, con su típica impaciencia, se adelantó dando saltitos hasta uno de los guardias más jóvenes. Con una sonrisa traviesa y un guiño, se teletransportó instantáneamente detrás de él, sacando la lengua mientras el guardia giraba, confundido. Antes de que pudieran reaccionar, Quetzulkan intervino, levantando una mano en señal de paz.
"Venimos en son de paz y con curiosidad por conocer su gran ciudad," explicó Quetzulkan con voz suave y respetuosa. Su tono calmado ayudó a disipar la tensión que Zoe había creado momentáneamente. Los guardias, aunque aún cautelosos, parecieron relajarse un poco.
Uno de los guardias, un hombre mayor con una cicatriz en la mejilla, se adelantó y observó detenidamente a ambos. "¿Cuál es su propósito en Piltover?" preguntó con voz autoritaria pero no hostil.
"Exploración y aprendizaje," respondió el vastaya. "Venimos desde tierras lejanas y deseamos conocer más sobre la tecnología y cultura de Piltover."
El guardia asintió lentamente, evaluando la sinceridad en sus palabras. "Entendido. Sin embargo, debemos realizar una breve inspección, como es el protocolo. Espero comprendan."
Zoe se balanceaba sobre sus talones, visiblemente aburrida con el procedimiento. "Oh, vamos, solo somos dos curiosos viajeros. ¿Qué daño podríamos hacer?" dijo, haciendo aparecer una pequeña esfera de luz que revoloteaba a su alrededor.
El guardia la miró con una mezcla de sospecha y fascinación. "Es precisamente esa magia lo que debemos vigilar, la magia impredecible y volátil. Pero si no tienen nada que ocultar, esto será rápido."
Quetzulkan asintió, permitiendo que los guardias revisaran sus pertenencias, que consistían principalmente en objetos naturales y comida. Zoe, con una expresión de resignación cómica, también permitió que revisaran su pequeña mochila, que estaba llena de artefactos mágicos variados y curiosidades de otros mundos.
Una vez satisfechos, los guardias les devolvieron sus pertenencias y les permitieron pasar. "Bienvenidos a Piltover," dijo el guardia mayor, dándoles una mirada final. "Disfruten de su estancia y recuerden, la ciudad es un lugar de progreso y orden."
Con una sonrisa agradecida, Quetzulkan y Zoe entraron por las puertas de Piltover. Para Quetzulkan, el orden y la estructura de la entrada eran un recordatorio de cuán diferente era este lugar de su hogar. Para Zoe, era simplemente el inicio de otra emocionante aventura. Juntos, se adentraron en las calles bulliciosas, listos para descubrir los secretos y maravillas de la Ciudad del Progreso.
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Quetzulkan, aún con sus alas transformadas con magia vastaya para que parecieran una capa, llamaba mucho la atención de los transeúntes de la Ciudad de Piltover. Los transeúntes se detenían y murmuraban entre ellos al ver a Quetzulkan. Su imponente estatura y su apariencia exótica, mezcla de rasgos animales y humanos, capturaban la atención de todos.
Los niños, en particular, miraban con ojos grandes y asombrados, algunos señalándolo discretamente mientras preguntaban a sus padres quién o qué era esa impresionante figura y Zoe, con su energía exuberante y sus demostraciones casuales de magia, también atraía muchas miradas. Las esferas de luz y los destellos que creaba a su alrededor eran un espectáculo que muchos nunca habían visto en persona.
Algunos adultos observaban con una mezcla de fascinación y precaución, conscientes de que la magia no siempre era bienvenida en la ciudad de la tecnología.
Un grupo de jóvenes inventores y estudiantes de la Academia de Piltover observaban con fascinación tanto a Quetzulkan como a Zoe, especulando sobre las posibles fuentes de su magia y habilidades. Algunos incluso intentaban esbozar bocetos de ellos en sus cuadernos.
No todos los ciudadanos estaban tan entusiasmados. Algunos comerciantes y residentes más conservadores miraban a Quetzulkan con desconfianza, nerviosos ante su tamaño y su naturaleza mágica. La presencia de Zoe, aunque menos intimidante, también causaba inquietud debido a la imprevisibilidad de sus poderes.
Unos pocos, más abiertos de mente y curiosos por naturaleza, se acercaban para darles la bienvenida. "¡Bienvenidos a Piltover! ¿De dónde vienen?" preguntaba una mujer mayor con una sonrisa genuina, intentando superar el nerviosismo inicial.
Mientras avanzaban por una animada plaza, un comerciante local con un puesto de herramientas y artefactos mecánicos se adelantó, con los ojos brillando de emoción al ver a Quetzulkan. "Nunca había visto a alguien como tú por aquí. ¿Te interesan los mecanismos y artilugios?" preguntó, ofreciendo a Quetzulkan una pequeña demostración de sus dispositivos a cuerda y engranajes.
Quetzulkan se inclinó para observar más de cerca, impresionado por la tecnología, aunque también un poco abrumado por su complejidad. Zoe, por otro lado, tomó uno de los dispositivos y lo examinó con curiosidad, haciendo que los engranajes giraran con un toque de su magia.
Al pasar por el mercado central, las reacciones continuaron. Los vendedores se detenían en sus ofertas para observarlos, y los compradores hacían lo mismo. Un grupo de niños siguió a la pareja durante un rato, cautivados tanto por la imponente figura de Quetzulkan como por las travesuras mágicas de Zoe, que no paraba de sorprender con pequeños trucos y destellos de luz.
Un profesor de la Academia de Piltover, al reconocer a Zoe como el Aspecto del Crepúsculo, se acercó con gran interés. "Nunca esperé ver a un Aspecto aquí, en Piltover. ¿Y este noble vastaya es tu guardián, o acaso tu amigo?" preguntó, mirando a Quetzulkan con respeto.
Zoe, siempre juguetona, respondió con una sonrisa radiante, "¡Es mi amigo! Venimos a explorar y aprender. ¿Qué puedes mostrarnos de interesante?"
El profesor, encantado por la posibilidad de interactuar con seres tan únicos, comenzó a explicarles sobre los últimos avances en mecanismos y estudios alquímicos, ofreciendo incluso un tour por la Academia si estaban interesados.
A medida que avanzaban más en la ciudad, la novedad de su presencia comenzaba a asentarse un poco, aunque las miradas y los murmullos continuaban. Para Quetzulkan, la ciudad de Piltover era un contraste fascinante con su hogar natural, y para Zoe, era otro lugar emocionante en su interminable viaje por el mundo.
Ambos, aunque diferentes, estaban unidos por la curiosidad y el deseo de descubrir, y Piltover, con sus primeros pasos hacia la tecnología y su vibrante energía, prometía ser una etapa inolvidable en su travesía.
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Quetzulkan y Zoe continuaban su exploración por las vibrantes calles de Piltover, maravillados por todo lo que veían a su alrededor. Sin embargo, Quetzulkan pronto se dio cuenta de un problema: no tenía la moneda local de Piltover para comprar nada. Esto se hizo evidente cuando intentó adquirir algunos suministros en un puesto de alimentos, y el comerciante le informó amablemente que necesitaba moneda piltoveriana.
Mientras se preguntaba cómo solucionar este inconveniente, varios comerciantes locales, intrigados por su apariencia y su compañía, se acercaron y le ofrecieron un trato. "Nosotros podemos ayudarte," dijo uno de ellos, un hombre robusto con una sonrisa amable. "Podemos intercambiar objetos de valor que tengas por nuestras monedas."
Quetzulkan miró a Zoe, quien estaba entretenida haciendo flotar pequeñas esferas de luz entre sus manos, y luego volvió a los comerciantes. Abrió su bolsa y sacó algunas pieles de animales de Ixtal. Estas pieles, de colores exóticos y texturas únicas, eran comunes para él, pero los comerciantes de Piltover las miraron con asombro.
"¡Esto es increíble! Estas pieles son rarísimas por aquí," exclamó otro comerciante, una mujer con ojos brillantes de codicia y admiración. "Te ofreceremos un buen precio por ellas."
Tras una breve negociación, Quetzulkan se encontró con una cantidad considerable de monedas de Piltover en sus manos. Uno de los comerciantes, notando que Quetzulkan era un extranjero sin experiencia con su moneda, se ofreció a explicarle brevemente el valor de cada una y cómo evitar ser estafado. "Aquí tienes," dijo, mostrándole diferentes monedas. "Estas son las más comunes, y aquí está su valor. Asegúrate de contar bien y no dejarte engañar."
Quetzulkan asintió agradecido, guardando las monedas en su bolsa. "Gracias por tu amabilidad," dijo, sintiéndose un poco más preparado para navegar por la economía de Piltover.
Justo cuando se sentía más seguro, Quetzulkan notó una conmoción a unos metros de distancia. Zoe, con una gran sonrisa en su rostro y un helado en la mano, se acercaba corriendo. Detrás de ella, un comerciante de helados la perseguía, claramente molesto. "¡Hey, tú! ¡Eso no es gratis!"
Quetzulkan suspiró y se adelantó para interceptar a Zoe. "¿Qué hiciste ahora?" preguntó con una mezcla de exasperación y cariño.
"¡Solo quería probarlo!" respondió Zoe, encogiéndose de hombros y lamiendo el helado con inocencia.
Quetzulkan se volvió hacia el comerciante y sacó algunas monedas recién adquiridas. "Lo siento por el problema," dijo, entregándole el dinero. "Aquí tienes, por el helado."
El comerciante aceptó el pago, su expresión suavizándose al ver la sinceridad de Quetzulkan. "Gracias, y por favor, cuida mejor a tu amiga."
Zoe, dándose cuenta de que había causado un problema a Quetzulkan, se sintió culpable. Con una expresión de arrepentimiento, se acercó al comerciante. "Lo siento por causarte problemas y robar tu helado," dijo con sinceridad.
El comerciante, conmovido por su tono y su expresión juguetona, no pudo evitar sonreír. "Está bien, solo ten más cuidado la próxima vez,"
Quetzulkan miró a Zoe con una mezcla de alivio y aprobación. "Gracias por disculparte, Zoe. Aprecio que hayas reconocido tu error."
Zoe asintió, todavía lamiendo su helado, pero ahora con una mayor comprensión de la importancia de ser considerada con los demás.
Con el incidente resuelto, Quetzulkan y Zoe continuaron su recorrido por Piltover. Con una nueva comprensión de la moneda local y algunas lecciones aprendidas, ambos estaban más preparados para enfrentar las maravillas y desafíos de la ciudad. Zoe, siempre vibrante y juguetona, prometió intentar comportarse mejor, aunque ambos sabían que eso podría ser una promesa difícil de cumplir.
Piltover, con su mezcla de innovación y comunidad, se estaba convirtiendo en una experiencia de aprendizaje invaluable para Quetzulkan, y una aventura interminable para Zoe.
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Después de una jornada llena de aventuras y descubrimientos, Quetzulkan y Zoe finalmente encontraron un lugar para hospedarse en Piltover. El lugar era lujoso pero no prohibitivamente caro, y Quetzulkan estaba agradecido de poder descansar en un ambiente cómodo y seguro.
Con la noche cayendo lentamente sobre la ciudad, Quetzulkan y Zoe se acomodaron en su habitación. La habitación era espaciosa, con dos cómodas camas y una vista impresionante de la ciudad iluminada por las luces de la noche. Zoe, con su energía inagotable, sacó una variedad de juguetes y artefactos de su bolsa, junto con una selección de bocadillos.
"¡Es como una pijamada de amigos!" exclamó Zoe con entusiasmo mientras colocaba los objetos sobre la cama. "Vamos a tener una noche genial, Quetzulkan. Te contaré todas mis aventuras en otros mundos."
Quetzulkan asintió con una sonrisa, disfrutando de la compañía de Zoe mientras ella compartía sus historias interminables. Con paciencia, escuchó cada palabra, maravillándose con los relatos de los lugares lejanos y las criaturas extraordinarias que Zoe había encontrado en sus viajes.
Con el pasar de las horas, el cansancio finalmente comenzó a hacer mella en Quetzulkan. Se recostó en su cama, sintiéndose agradecido por la tranquilidad de la habitación y el murmullo reconfortante de la voz de Zoe.
Cuando finalmente se quedó dormido, Quetzulkan no podía imaginar lo que le esperaba al despertar al día siguiente. Al abrir los ojos y girar ligeramente la cabeza, vio a Zoe profundamente dormida en la cama vecina, con la boca ligeramente abierta y una pequeña mancha de babas en la comisura de los labios. Sonrió ante la visión, encontrando cierta ternura en la expresión despreocupada de su amiga.
Sin embargo, al mirarse a sí mismo, Quetzulkan notó algo extraño. Su cuerpo estaba cubierto con extraños dibujos rojos, como si alguien hubiera usado pintura para marcarlo. Frunciendo el ceño con confusión, se levantó de la cama y se dirigió al baño adjunto.
Al mirarse en el espejo, Quetzulkan descubrió con horror que también tenía el rostro cubierto con los mismos dibujos rojos. Intentó lavarse la pintura, pero por más que lo intentó, la extraña sustancia no se desprendía de su piel.
Inquieto, intentó despertar a Zoe, pero ella seguía profundamente dormida, ajena a la situación. Después de un momento de indecisión, decidió esperar a que ella se despertara antes de abordar el misterio de la extraña pintura roja que ahora adornaba su cuerpo.